04 diciembre, 2009

Inimaginable




















…gloria a Dios, que puede hacer muchísimo más de lo que nosotros pedimos o pensamos, gracias a su poder que actúa en nosotros. Efesios 3:20

Gracias, Señor, porque podés hacer muchísimo más de lo que yo soy capaz de pensar, imaginar o pedir.

Con mi limitada capacidad sólo alcanzo a ver lo inmediato, lo que está allí no más, adelante; y no más allá.

El futuro permanece vedado, oculto tras un pesado velo que no puedo correr de ninguna manera. Y sólo vos lo sabés, sólo vos conocés lo que hay allí y cuál es el camino seguro para transitar la vida.

Hay momentos en que la duda se hace muy fuerte. Y eso es porque no recuerdo que tu gran poder actúa en mí y tu mano me guarda y me conduce firmemente a lugar seguro.

Necesito aferrarme a tus promesas como el náufrago a una tabla salvadora. Necesito apartar la duda y llevar todos mis pensamientos cautivos en obediencia. Vos sos el perfecto amor que hecha fuera el temor. No tengo que dejar que las mentiras del enemigo me paralicen, poniendo temor y dudas en mi corazón.

Vos estás conmigo, tenés cuidado de mí, de mis hijos, de mi casa, de todo. Por más que le ponga ganas e imaginación, vos siempre harás algo muchísimo mejor.

Sería muy necia si pusiera mis ojos en lo que me rodea, olvidando que me tenés escondida en el hueco de tu mano y que tus planes para conmigo exceden por mucho lo más maravilloso que yo pudiera imaginar.


19 noviembre, 2009

Primero

“...buscad primero el Reino de Dios...” Mateo 6:35


Necesito parar, hacer un alto, retirarme al aposento alto, solos vos y yo.

Necesito buscar fortaleza en tu presencia. No me sirve el hacer, necesito primero ser.

Todo el peso que siento sobre mí no debería lograr detenerme porque tu yugo es fácil y ligera tu carga. Pero para poder llevarla y que realmente sea fácil y ligera necesito de tu fuerza.

Fuiste muy claro cuando dijiste que separada de vos no podría hacer nada.

Sin embargo estoy haciendo en mis fuerzas, estoy empujando sola... y estoy cansada.

No tiene porqué ser así.

No tengo porqué llevar el yugo sola si vos estás dispuesto a llevarlo conmigo.

Siento que me estoy secando poco a poco y me doy cuenta que es porque he descuidado lo esencial: mi comunión con vos. Pero no quiero venir con una larga lista de oración.

No.

Quiero buscar tu rostro, nada más.

Quiero ir a tu presencia y solamente decir... “Señor, te necesito”.

Te necesito a vos.

Nada más.

Solamente a vos.

Nada más ni nada menos que a vos.

Y todo (todo, todo) lo demás vendrá por añadidura...



18 octubre, 2009


¡FELIZ DÍA, MAMÁS!

Las invito a leer esta entrada, se las dedico con todo mi afecto.

Patricia

27 septiembre, 2009

A salvo

Cuando el temor y la soledad me toman por asalto

y la desesperanza gana mi corazón angustiado,

aquí estás, siempre dispuesto

a protegerme y tomarme entre tus brazos.


¿Qué haría sin ti, mi Jesús amado?

El sendero es tan oscuro y escarpado...

sin tu luz que lo alumbre, sin el sostén de tu mano

sería imposible atravesarlo.


Pero cierro mis ojos y puedo sentirte aquí, a mi lado,

dulce presencia que me inunda poco a poco

como una caricia, como el rocío,

una corriente que fluye muy despacio...


Seca mis lágrimas con el dorso de tu mano,

quiero apoyarme en tu hombro y

descansar en tu regazo,

segura y protegida por tu poderoso brazo

puede bramar la tormenta... ya estoy a salvo...




25 septiembre, 2009

Cerca

…la gente se acercaba a él. Marcos 2:13

¿Qué hacías para que la gente se te acercara? ¿Qué era lo que los atraía? ¿Qué es lo que hacía que dejaran todo para seguirte?


Sin duda, muchos te seguían por lo que hacías, por los panes y los peces, las sanidades, las liberaciones.


Otros tal vez te seguían por lo que representabas: la libertad de un pueblo oprimido.


¿Cuántos serían los que iban solamente tras el hacedor de milagros o el líder político? ¿Cuántos te veían tal como eras? Muchos de los que integraban esa multitud fueron los que más tarde pidieron tu cabeza. Sólo unos pocos permanecieron y, aún la mayoría de ellos, huyeron en el último momento.


¿Qué es lo que hace que me acerque a vos? ¿Voy solamente tras el hacedor de milagros? ¿Sólo me acerco en actitud de demanda para que mis necesidades sean suplidas? ¿Te sigo sólo porque reconozco mi necesidad y tu capacidad de liberarme de mis fracasos, errores y pecados?


En parte sí, porque sé que dependo de vos para esas cosas. Pero eso no puede ser todo, no debe ser todo.


¿Qué hizo que unos pocos permanecieran, aún cuando, a sus ojos, ya no podías darles lo que necesitaban?


Ellos te amaban, te amaban más allá de lo que pudieras darles. Te amaban aunque no les dieras nada nunca más. Ya habían recibido lo más precioso, y eso era suficiente.





24 septiembre, 2009

¿?


¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti?
Y fuera de ti nada deseo en la tierra.

Mi carne y mi corazón desfallecen;
Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.


Salmo 73:25-26

03 septiembre, 2009

La travesía del desierto


La travesía del desierto está llena de trampas, de dolorosas imágenes que conducen a los oasis perdidos, de espejismos burlones. Pero estos acompañantes, siendo tenaces, apenas tienen importancia si los comparamos con la abrumadora compañía de las preguntas. Estas son las que provocan la abismal soledad, la sed inagotable que quema la garganta: ¿cuándo empezó realmente la travesía?, ¿por qué?, ¿cuándo acabará, si es que acaba? Las trampas, las imágenes perdidas, los espejismos son accidentes en los márgenes del camino. La auténtica travesía del desierto son las preguntas.

De Rafael Argullol,
El cazador de instantes.


15 agosto, 2009

Me gusta esta canción...


Jesús, eres dulce paz
mi pasión,
el amor de mi vida eres tú.
Como anhelo estar hoy junto a tí,
escuchar tus palabras de amor.
Besar tus pies, humillado ante tí,
como alabastro derramarte mi ser.
Y al estar así, en intimidad,
tus secretos me revelarás.


Una hermosa canción, aquí en versión de Julio Márquez, de Casa de Oración, México.




11 agosto, 2009

Cree

No tengas miedo,

solamente cree.

Camina sobre la palabra,

sobre la promesa que tienes de parte de Dios.

Solamente cree,

cree,

cree…

Cree que él es tu Salvador…

Cree que él es tu Sustentador…

Cree que él es tu Maestro…

Cree que él es tu Señor…

No, ya no tengas miedo.

Solamente cree…



21 julio, 2009

De los amigos y la luna...

Jim Irwim, tripulante de la Apollo 15, dijo:

"Más importante que el hombre camine en la Luna es que Dios haya caminado sobre la Tierra".

Y al respecto, escribió el apóstol Juan...

"Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros..." Juan 1:14

¿Y los amigos?

Dijo Jesús:


"Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero los he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre se las he dado a conocer." Juan 15:14-15


¡Flor de amigo! ¿Verdad?

Espero que tu foto esté junto a la mía en el facebook celestial...

¡Feliz día!

10 julio, 2009

La hija de Jairo

"Y vino uno de los principales de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vio, se postró a sus pies, y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva y vivirá".
Marcos 5:22-23

(¡gracias Adriana!)

He aquí un hombre que, en su angustia, viene a Jesús clamando por la vida de su hija...

¿Cuántas de nosotras estamos en angustia hoy por la vida de nuestros hijos?

Tal vez se trata de una enfermedad. Quizás nunca conocieron al Señor, o lo conocieron y se alejaron de Él. Tal vez tienen serios problemas de conducta, están atrapados por la droga, en la delincuencia...

Sea cual sea la circunstancia por la que estén atravesando, eso nos aflige y nos hace preguntarnos dónde está la salida y qué será de sus vidas. Y muchas veces, ante esas preguntas, no tenemos respuesta y sobreviene el temor. Venimos al Señor como Jairo, con sus mismas palabras...

"... mis hijos están agonizando; ven y pon las manos sobre ellos para que sean salvos y vivan".

Es entonces cuando el enemigo viene con pensamientos de ruina y desesperanza. Viene como vinieron aquellos de la casa de Jairo a decirnos: "... tus hijos ya están muertos, ¿para qué molestas más al Maestro?" (Marcos 5:35)

La respuesta que Jesús nos da es la misma que entonces le dio a Jairo...

"No temas, cree solamente".

¡Cuánto fortalecen esas palabras! ¡Qué descanso trae el saber que Él está con nosotras en la adversidad, en el sufrimiento, en la soledad!

Probablemente la lucha que enfrentamos sea tan prolongada que sentimos que ya no tenemos más fuerzas. Eso, al contrario de lo que se pueda pensar, es bueno; porque entonces, indefectiblemente, tenemos que dejar de confiar en nuestras fuerzas para confiar sólo en las de Él, que nos dice:

"No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia". Isaías 41:10

Confiar. Confiar aún cuando nos parezca que las cosas, en vez de mejorar, empeoran. Aún cuando tengamos la impresión de que pasa el tiempo y nada cambia. Confiar aún a pesar de las dudas, de la angustia y de la devastadora sensación de que Dios se ha olvidado del asunto. En esos momento, más que nunca, tenemos que quitar los ojos de las circunstancias y ponerlos en Él. Probablemente nuestros hijos tengan que atravesar por circunstancias que a nosotras nos gustaría poder evitarles; pero debemos confiar en que Dios sabe mejor que nosotras de qué manera los atraerá hacia Él.

"... mis pensamientos no son vuestros pensamientos ni vuestros caminos mis caminos, dice Jehová". Isaías 55:8

"Lo que yo hago, tu no lo comprendes ahora, pero lo entenderás después". Juan 13:7

Mientras tanto, tenemos algo por hacer: levantarnos como un poderoso ejército en oración por la vida de nuestros hijos.

En Jueces 5:6-7 se describe la situación de Israel en ese momento:

"... Quedaron abandonados los caminos, y los que andaban por las sendas se apartaron por senderos torcidos. Las aldeas quedaron abandonadas en Israel, habían decaído, hasta que yo, Débora, me levanté, me levanté como madre en Israel".

Creo que hoy el Señor nos está diciendo lo mismo que en Jueces 5:12: "¡Despierta, despierta, Débora! "

Él nos está diciendo: ¡Despierta, despierta! Tus hijos se apartaron por senderos torcidos, han decaído. Es tiempo de que te levantes como madre en medio de ellos.

Y Él va a obrar.

"Así dice Jehová...
... yo defenderé tu pleito y salvaré a tus hijos". Isaías 49:25

Él los tomará de la mano, como hizo con la hija de Jairo, y los llamará a cada uno por su nombre: "..., a ti te digo, levántate!

Y ellos, nuestros hijos, responderán a su voz, y se levantarán, y andarán en sus caminos, y le servirán, y le honrarán con sus vidas. Y junto con ellos sus hijos, y los hijos de sus hijos, y los hijos de los hijos de sus hijos..., y así de generación en generación hasta que el Señor venga.

Esperamos en tu palabra, Señor, en la palabra que nos diste. Decidimos esperar y confiar en que será así como lo has dicho. Confiaremos, aún a pesar de lo que hoy vean nuestros ojos naturales: las circunstancias por las que atraviesan sus vidas, sus actitudes, sus luchas, sus tristezas, sus dolores, sus dudas, sus vaivenes, sus pecados, sus malas elecciones, sus malas decisiones, sus errores...
Ellos ya están fuera del alcance de nuestras manos, pero no lo están de nuestras oraciones; y mucho menos de Tu mano.



20 junio, 2009

Sólo un reflejo



"Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas,
sino que tendrá la luz de la vida". Juan 8:12

Creo que una de las más fascinantes y maravillosas muestras de la magnificencia de la Creación es el cielo estrellado en una noche clara.

Miles de millones de astros titilando en el firmamento y la quietud de la noche me llevan a pensar en la grandeza de
Aquel que por el poder de su Palabra creó todas esas cosas.

Y me siento empequeñecida ante el infinito, tomo conciencia por un momento de que no somos más que una insignificante partícula perdida en la inmensidad del espacio.


Sin embargo, en este rincón perdido del universo, por amor a las tristes y descarriadas criaturas que lo habitan, Dios llevó a cabo la más completa y perfecta obra de redención enviando a Jesús a nacer aquí, en los suburbios de la galaxia.

Toda esta perfección creada y sustentada por la palabra de su poder encierra vastos misterios para nuestra mente limitada y finita. Por más que la ciencia se empeñe en encontrar las respuestas, siempre quedará algo oculto que no podremos desentrañar.

Suspendidos en la negrura del espacio, los planetas giran en su órbitas alrededor del Sol, algunos muy cerca, abrazados por su calor, otros muy lejos, convertidos en parajes helados y sin vida.

Mercurio, por ejemplo, es el planeta que gira más cerca del Sol. Es casi imposible observarlo ya que prácticamente está inmerso en la corona solar. Si apuntáramos un telescopio hacia él, el resplandor del Sol nos cegaría.


Todos los planetas están sujetos irremediablemente a leyes que no pueden quebrantar, la órbita en la que se encuentran no puede ser cambiada; por períodos se acercan un poco más al Sol, luego se alejan, pero en una elipse constante e inmutable.

Del mismo modo, mientras estamos separados de Dios, la ley del pecado nos impide reconocer nuestra fuente de luz y vida que es Cristo. No podemos quebrantar esa ley por nuestra fuerza de voluntad. Solo la ley del Espíritu puede librarnos.

Una vez libres de la ley del pecado, ya trasladados a su Reino, no somos más esclavos sino libres para decidir si queremos vivir más cerca de la llama. O lejos de su calor, fríos y muertos. Es nuestra decisión.

Ninguno de los planetas brilla con luz propia sino que refleja la que recibe del astro rey. El Señor, nuestro Rey, está allí siempre, ansiando que tengamos comunión con El, que nos acerquemos y no que nos quedemos lejos, viviendo una vida vacía, fría, sin poder.

Quiere que “giremos” tan cerca de El que nos confundamos con su gloria, de modo que ya no nos vean a nosotros sino a El, y reflejándole seamos luz en el mundo.


Deberíamos desear ser como la luna llena, sólo un montón de rocas flotando en el espacio que en sí misma no tiene ningún esplendor ni belleza, pero que es capaz de reflejar la suficiente luz como para mostrar el camino, aún en la noche más oscura.



06 junio, 2009

Ve y diles

…vete a tu casa, con tus parientes, y cuéntales todo lo que el Señor te ha hecho y cómo ha tenido compasión de ti. Marcos 5:18


¿Cuántas veces me he callado esperando a tener la respuesta justa, el argumento correcto, la palabra perfecta? Lo único que me pedís es que vaya y cuente lo que has hecho por mí. No se necesita una elaborada declamación, ni un discurso magistral, ni una declaración teológicamente probada. Simplemente ir y decir lo que hiciste, lo que me hiciste. Que hable de la realidad de lo que viví, de lo que experimento cada día, de la esperanza que das para el futuro. Eso, nada más, es suficiente en este mundo donde no abunda la esperanza, donde ya no hay refugio posible, donde hay temor, desazón, dolor, miseria. El solo hecho de tener la fuerza para enfrentar todo eso ya es un testimonio de tu poder. Sólo es preciso hacerlo notar, mostrar que tu vida en mí realmente marca la diferencia. No puedo hablar teoría, no puedo dar testimonio de lo que no viví; pero sí puedo contar aquellas cosas que son una realidad en mí, que transformaron mi vida de tal forma que ya no me reconozco si miro para atrás. Hablar de la realidad de tu paz, una paz inexplicable que permanece aún en medio de la peor tormenta. Hablar de la esperanza. Hablar del regalo de la salvación que no se compara a nada que el mundo pudiera ofrecer. Hablar de vos, sólo de vos. Es tan simple. ¿Por qué lo hago tan complicado? ¡Es tan simple que hasta un niño lo puede entender!



23 mayo, 2009

El precio del rencor

El pobre hombre se había convertido, casi sin pensarlo, en un carcelero. No es que fuera esa su verdadera vocación ni aquello a lo que aspiraba llegar, sino que las circunstancias lo habían empujado a esto.

A lo largo de su vida fue reuniendo una gran colección de objetos oscuros, hasta que fueron tantos que necesitó ubicarlos en algún lugar. Entonces, uno por uno, los fue llevando a través de un largo y estrecho túnel para encerrarlos en la celda.

Y allí está él ahora, sentado del lado de afuera de la reja, observando, vigilando. En la celda se apiñan los objetos de su rencor, de su enfado y de su aflicción. Allí están todos, algunos ya viejos, otros más recientes. Todos aquellos que ofendieron, abandonaron, prejuzgaron, hirieron, ignoraron, engañaron, golpearon... Encerrados, presos de su resentimiento.

Él los observa, uno por uno, y al hacerlo es como si todo reviviera, puede sentir de nuevo el dolor, la humillación, la tristeza. Pero sigue allí, mascullando su ira sin darse cuenta que él mismo está tan preso como ellos.

Tal vez pensó que al hacerlos sus prisioneros se sentiría mejor, quizás podría sentirse vengado, tal vez creería que se hizo justicia. Pero el dulce sabor de la venganza que soñó es, en realidad, un gusto amargo que no puede quitar. No hay satisfacción, no hay alivio para el dolor y no sabe cómo librarse.

No puede dejarlos ir, no sería justo. Hace tanto tiempo que los tiene allí… Los conoce bien. Sabe sus nombres. Recuerda cada fecha, cada circunstancia y cada día vuelve a transitar por el túnel para aferrarse a la reja y vigilarlos.

No gana nada con esto, él lo sabe muy bien. Al contrario, su oficio de guardián le insume tanto tiempo y tantas energías que no le quedan ganas de hacer nada más. Nada de planes, nada de proyectos de vida, nada de futuro... Sólo volver y volver sobre las heridas del pasado, una y otra vez, sentir un renovado dolor y sangrar.

Se le nota en la mirada. Está enfermo. Se puede ver en cada gesto, en cada arruga que se inclina como un surco profundo hacia el mentón. ¡Qué ironía! Si hasta sus prisioneros parecen gozar de mejor salud. Después de todo cada día los visita y los atiende.

En cambio él se ha quedado solo desde que los más cercanos se alejaron a consecuencia de la amargura que sale de su boca. Ha persistido en el rencor y está pagando un alto precio por eso: soledad y su propio encarcelamiento... Y aún cuando añora salir de esta situación, no puede, no sabe... ¿o no quiere?

A veces, cuando el cansancio lo agobia, rebusca en su bolsillo y saca la llave. Es una pequeña llave con una inscripción grabada en su costado: “Perdón”. La mira y la hace girar en su mano, como jugando, observando, pensando...

Poco a poco, como un eco lejano que viene desde los rincones más escondidos de su memoria, llegan unas palabras que alguna vez recitó cuando era niño. Ya casi las había olvidado: “...y perdona nuestras ofensas...como nosotros también hemos perdonado...”

Perdón... Perdona... Perdonar...

Las palabras parecen rebotar en las estrechas paredes del túnel y aparecen nuevos ecos cambiantes: "¡Sé libre...! ¡Déjalos en libertad...!"

Libres... Libéralos... Libérate...

Pero, ¿cómo podría? Sus sentimientos le gritan en contra: “¡No, no, no! ¿No recuerdas...? ¡Recuerda! ¡Recuerda lo que te hicieron!”

Pero aquella voz insiste: “Usa la llave, usa el perdón y entonces serás libre... ¡Decide! No importa lo que sientas, porque el acto de perdonar no es un sentimiento, sino una decisión. ¡Tómala ahora! ¿Qué vas a esperar? Esos viejos rencores te están matando... ¡Decide!”

El chirrido de la reja al abrirse casi lo sorprendió. ¡Lo había hecho! Después de años y años de remover el puñal en la herida, había usado la llave.

Extiende la mano hacia el interior de la celda haciendo un gesto que los anima a salir, a marcharse de allí, y uno a uno los observa partir. De a uno, de a dos, hasta que no queda ninguno, y a medida que se alejan siente como pequeñas y grandes heridas empiezan a sanar. De a poco, lentamente, van cicatrizando hasta que se da cuenta que los recuerdos ya no duelen. Está sano y es libre por fin.

Mira la celda vacía y luego gira para enfrentar el túnel que transitará por última vez. Mira la llave que tiene en su mano, la guarda en el bolsillo con una sonrisa y sale, liviano, reconfortado. Ha descubierto en esa pequeña llave, en esa breve palabra, un inmenso poder que no piensa dejar de lado nunca más.


04 mayo, 2009

Cita

No quiero verlos solamente de paso, sino que espero estar algún tiempo con ustedes… 1° Corintios 16:7


Se me ocurre que las palabras que decía Pablo a los corintios son las que más de una vez me dirigís a mí: “No quiero verte solamente de paso, sino que espero estar algún tiempo contigo”.


Me parece oirte decir: “Apurada, afanada, ocupada y preocupada hija, tu Padre no quiere verte sólo de paso. Él quiere pasar tiempo con vos, tiempo de intimidad, tiempo de silencio en lo secreto, donde tu espíritu y el suyo por fin se tocan”.


Y por más que mi alma lo anhela, todo mi ser lo desea; la lucha para lograrlo es tan extensa y tan dura… El enemigo de mi alma no quiere que eso suceda, sabe que en tu presencia están la fortaleza, el gozo y la esperanza. Y él quiere robarme todo eso, quiere minar mi fuerza, apagar cualquier asomo de alegría y quitarme los sueños.


Mi espíritu clama por tu presencia como un abismo llamando a otro abismo; pero en mi alma y mi mente se libra la batalla. Los pensamientos que se atropellan uno tras otro y se resisten a ordenarse...


Ansío tanto poder descansar en vos, sentir tu Espíritu hablando directamente a mi espíritu, como una caricia que amortigua todo lo demás.


Te necesito, a solas, sin apuro, sin pensar en nada más que en estar frente a vos...




12 abril, 2009

¡Resucitó!

¡Porque Él vive
Triunfaré mañana
Porque Él vive
Ya no hay temor,
Porque yo sé
Que el futuro es suyo,
La vida vale más y más, solo por Él!


10 abril, 2009

Pensaste en mi

Pensaste en mi cuando elegiste

de todos tus privilegios despojarte

para venir a nacer aquí, en esta tierra,

Dios hecho hombre, te encarnaste.


Pensaste en mí cuando en el huerto

aceptaste obedecer y tomar la copa,

aún en medio del dolor y la agonía

cumpliste la voluntad del Padre y no otra.


Pensaste en mí cuando, amarrado,

recibías los golpes y las burlas.

Los azotes y el escarnio cubrían tus espaldas

por culpas que no eran tuyas.


Pensaste en mí cuando, en la cruz,

clavaron tu cuerpo lacerado

soportando sobre tus hombros cansados

el peso de todos y cada uno de mis pecados.


Pensaste en mí cuando clamaste desamparado,

y ofrendando tu sangre, derramando tu vida,

entregaste tu ser en sacrificio

perfectamente consumado.


Pensaste en mi cuando aún faltaban siglos

para que yo aceptara tomarme de tu mano,

y ahora veo que fue tu amor por mí y no los clavos

lo que te sostuvo hasta el fin, crucificado.





07 abril, 2009

Al pie de la cruz

Es tiempo de Pascua.

Un drama de repercusiones eternas se está desarrollando en una colina, cerca de Jerusalén.

No es un accidente, y es mucho más que una injusticia.


En el lugar se ha reunido una gran multitud, como si hubiesen sido convocados a ver un espectáculo...

Algunos gritan, otros insultan descargando su ira, su odio y su profunda frustración.

Un poco más lejos otro grupo guarda silencio. Los más cercanos, los que lo aman, aquellos que le sirvieron y creyeron en él están allí, acompañándolo hasta el fin.

Y está también María, su madre. Tiene el alma traspasada por un dolor imposible de imaginar.

Algunos lloran, miran asombrados lo que parece ser el fin de sus esperanzas. No entienden. Mil preguntas sin respuestas surgen en ese momento, y la más difícil de responder: ¿por qué?

Pero no María. Aún en medio del sufrimiento emocional que debe soportar, ella no pregunta “por qué”. Nunca lo hizo.

No preguntó “por qué” cuando el ángel vino para anunciarle que había sido escogida para llevar en su seno al Hijo de Dios.

Tampoco lo hizo cuando los pastores adoraron en el pesebre, ni frente a la persecución de Herodes, ni aún cuando en el templo profetizaron su propio sufrimiento...

No preguntó “por qué”· entonces y frente a esta situación tampoco. Tal vez porque en una mujer de fe esa pregunta no tiene lugar. Quizás porque sabe que las respuestas a nuestros “por qué” sólo sirven para establecer una relación de causa y efecto. En cambio, las respuestas a nuestros “para qué” apuntan mucho más allá: marcan un propósito.

Y María sabe que existe uno. Siempre lo supo. Comenzó a vislumbrarlo desde aquel día en que, con humildad, aceptó que la voluntad de Dios fuera establecida en su vida. Aún cuando estaba en peligro su propia reputación. Obediente, a pesar de no lograr entenderlo todo desde el principio.

Pero el cuadro se fue armando poco a poco, a través de los años y las circunstancias que tuvo que enfrentar, con todas aquellas cosas que fue guardando en su corazón...

Y ahora está aquí, de pie ante la cruz que sostiene a su hijo. Ahora entiende. Las últimas piezas del rompecabezas están cayendo en el lugar preciso. El cuadro está a punto de ser completado. El sabio plan de Dios está llegando a su consumación, la redención de la humanidad es un hecho, el precio de nuestra paz y libertad está siendo pagado...

Y en pocos días más, junto con los primeros rayos de sol del domingo, María sabrá, lo sabrán los discípulos y luego también el mundo entero, que la muerte fue vencida en aquella cruz por Aquel que vive y reina para siempre.


Imagen: La piedad de Miguel Angel.

04 abril, 2009

Cristo... ¿sólo palabras?


http://www.flickr.com/photos/jaaziel/3408713215/

En este enlace se puede apreciar qué bien quedó el video editado por Jaaziel en base a mi último post: "Cristo". Gracias Jaaziel por el trabajo de editarlo y también por distribuirlo. Gracias también a Jony por aportar la música... ¡preciosa por cierto! Y gracias a mi Señor por permitirme ser un instrumento en sus poderosas manos. Que sean todos muy bendecidos en esta semana previa a la Pascua.


28 marzo, 2009

Cristo

prometido
esperado
anunciado
enviado
engendrado
concebido
cobijado
encarnado, parido, abrazado, acunado, amamantado, criado,
reconocido, bautizado, amado, ignorado, admirado, criticado,
seguido, despreciado, adorado, perseguido, honrado, vituperado,
exaltado
observado
menospreciado
escuchado
entregado
traicionado
vendido
negado
abandonado
juzgado
golpeado
escarnecido
insultado
burlado
ridiculizado
azotado
condenado
crucificado
sepultado
llorado

¡resucitado!

otra vez, esperado...


El Espíritu y la Esposa dicen: "¡Ven!"
Apocalipsis 22:17





13 marzo, 2009

Extraño los pájaros


En el patio de mi casa había un laurel habitado por pájaros. Todas las mañanas, cuando el alba apenas coloreaba el horizonte, empezaban a cantar. Yo, desde mi habitación todavía en penumbras, los escuchaba. Quieta en la cama me dejaba rodear e inundar por sus trinos, tal vez intentando comprender el lenguaje de sus alabanzas matutinas. Más de una vez me despertaban, incluso antes que el inclemente y antipático tronar del despertador. Y, sin ninguna duda, de una manera mucho más dulce y apacible.
Sucede que el laurel comenzó a secarse. Ya el año pasado una tormenta desgajó una rama y empezamos a pensar en la necesidad de sacarlo. Finalmente, no hace mucho, una lluvia bastante torrencial socavó el terreno y se hizo un hueco importante en el lugar donde estaba arraigado.
No hubo más remedio que llamar a un hombre que, hacha en mano, se encargó de derribar a nuestro laurel. Tenía las raíces muy arruinadas. Lamentablemente su caída sólo era cuestión de tiempo.
Ahora, no sólo hay un espacio vacío dónde antes se erguía el árbol; sino también en mis amaneceres. Cada mañana, cuando abro los ojos y veo la claridad incipiente, sólo hay silencio...

10 marzo, 2009

Asi

cansada, fatigada, agotada, molida,
extenuada, rendida, destrozada, derrotada,
molesta, fastidiada, incómoda, jorobada,
aburrida, hastiada, harta, enojada,
enfadada, agobiada, atosigada,
trabajada, rota, exhausta...

no puedo seguir.
me siento desfallecer.

quisiera esfumarme..., desaparecer...

... vengan a mí los que estén trabajados y cansados...
... yo los haré descansar...
lo sé...
necesito parar
parar
parar
parar
y
dejar
de
pensar
y
dejar de creer
que es mi obligación
responder a todas las expectativas
de todo el mundo
en todo tiempo
en todo lugar
sino
solo
a
Tus
expectativas
respecto
de
mi

22 febrero, 2009

Dependencia

Todo depende de vos, de tu poder.
Cada día tengo que recordármelo, cada mañana, para sobreponerme a esta debilidad.
Es entonces cuando se cumple lo que decía el apóstol: "cuando soy débil, entonces soy fuerte".
Fuerte por tu fuerza y no por la mía.

Dependencia total.

Dependencia que implica libertad, verdadera libertad, la del espíritu.

Libertad para acceder a tu trono y encontrar allí socorro.
Libertad para sentarme junto a vos en los lugares celestiales.

Y gozo.
Gozo que no depende de las circunstancias, y que es también fortaleza.

Y paz.
Paz en medio de la tormenta. La posibilidad cierta de acurrucarme en tus brazos y dormir plácidamente en medio del embate de las olas.

Y amor.
Amor perfecto y sacrificado. Amor que me amó primero, aún antes que yo misma pudiera llegar a amarte. Amor que se entrega, se da, se derrama como una ofrenda.

Amor constante, fiel. Tu amor. Tu amor por mí.

Esa clase de amor que te sostuvo en dónde los clavos no hubiesen podido.

Amor eterno.



14 febrero, 2009

Amor celebrado

Casi puedo ver la expresión de tu rostro.

Casi puedo notar un brillo intenso en tus ojos.

Me parece que puedo sentir el latido de tu corazón y hasta puedo adivinar un ligero temblor de emoción.

Porque me amas y esperas que te ame también.

Porque me anhelas y quieres que te anhele igual.

Porque tu, Señor, me amaste primero.

Porque tu, Jesús, me amas así...

Puedo ver tu sonrisa al oírme decir: te amo...