19 noviembre, 2007

¿Ser o Tener?

Abraham fue y tuvo.
Moisés dejó de tener para ser.
Elías siempre fue y nunca tuvo.
Caio Fabio


¿Cuál es el común denominador de Dios?

Ser

Según la escala de valores de Dios, importo por lo que soy y no por lo que tengo.

Según la escala de valores de la sociedad, si no tengo no valgo nada.

¿Es para sorprenderse lo que pasa en este mundo que camina de espaldas a los principios de Dios?

14 noviembre, 2007

"No tenemos en nuestras manos la solución a los problemas del mundo, pero frente a los problemas del mundo, tenemos nuestras manos"

Mamerto Menapace

05 noviembre, 2007

Creer

Y todo lo que pidáis en oración, creyendo, lo recibiréis”
Mateo 21:23


Creyendo. Creyéndote a vos.
Creyendo no sólo que lo podés hacer, sino que querés hacerlo; que está dentro de tus propósitos, que es tu voluntad que así sea, que así suceda.
Yo también quiero. Quiero que pase tal como vos lo planeaste.
Y me doy cuenta que sólo por tu poder es posible, sólo por tu Espíritu es posible sepultar mi pobre humanidad llena de inseguridades, de miedo, de fluctuaciones y de cobardías, para levantarme y resplandecer.
Sólo por tu poder perfeccionándose en mi debilidad.
Sólo por tu voz diciéndome que me esfuerce y sea valiente; que salga, que pelee y que deje de sentirme tan débil, tan condicionada por las circunstancias, tan frágil, tan necesitada de una fe renovada, tan sola frente a la oposición, los montes y las fortalezas. Y que de una vez por todas alce mis ojos alrededor y mire que son más los que están conmigo que los que están contra mí. Y creerte. Creerte a vos.

Fe

“Y se acordó Dios de Noé...” Génesis 8:1

En estos momentos en que parece que ya el agua me llega al cuello, que no hay salida ni solución; puedo descansar en el hecho de que vos te acordás de mí. Eso me habla de tu fidelidad, de tu presencia siempre cercana, de tu preocupación por mí o, mejor, de tu ocupación.
Porque la verdad es que vos te ocupás de mí, de mis cosas, de los más pequeños detalles, de mis necesidades y mis más íntimos anhelos.
Ninguno de mis deseos te es oculto, como no lo son tampoco mis pensamientos. Aún cuando la tormenta arrecia y no se vislumbra nada más que olas oscuras, tu presencia es el faro que enseña la ruta segura para llegar al puerto.
Vos te acordás de mí, tal como esa vez te acordaste de Noé que flotaba en medio de la nada, apenas aferrado a una cáscara de nuez, confiando en tu promesa.
Vaya fe.
El confiaba en vos.
Te creyó a pesar de las burlas, el desprecio y la descabellada idea de construir un barco en medio del desierto.
Como quisiera tener esa misma fe, para aferrarme a tus promesas aunque no vea nada...

04 noviembre, 2007

¿Me salvarás?

“Muestra tus maravillosas misericordias, tú que salvas a los que se refugian a tu diestra...”
Salmos 17:7

¿Me salvarás?
¿Me salvarás de mi pereza, de mi tendencia a la depresión y al desánimo?
¿Me salvarás del temor, de la autocrítica destructiva, del perfeccionismo paralizante?
¿Me salvarás de mi temperamento, de mis ataques de furia y mis sentimientos de culpa?
¿Podrás hacerlo? ¿Podrás sacar algo bueno de aquí, aún a pesar de mí misma?
Para vos no hay nada imposible. Lo sé. Nada...
Nada se puede oponer a que se cumpla tu propósito, y vos tenés uno conmigo.
Empezaste la buena obra y la terminarás.
Estoy en camino, estoy siendo procesada y cambiada, modelada a tu imagen, poco a poco.
Sí, me salvarás.
Ya lo hiciste cuando te di lugar en mi corazón. Entonces comenzó el proceso, fuiste ganando terreno, enamorándome... Y ahora mi corazón te pertenece. Todas, todas las cosas viejas que me ataban pasaron, se fueron, no están más. Fueron hechas nuevas, por tu Espíritu.
Porque sólo tu poder puede impulsarme más allá de la flojera y el cansancio.
Sólo vos podés cambiar la depresión y el desánimo en esperanza y fe.
Solamente vos, el perfecto amor, podés erradicar para siempre el temor.
Únicamente vos podés enseñarme a verme a través de tus ojos, a través de tu sangre.
Sólo vos podés lograr que me reconozca con el valor que me otorgaste cuando diste tu vida por mí.
Nadie más que vos puede equilibrar mis emociones, fortalecer mis debilidades y suavizar mis asperezas.
Solamente vos podés perdonarme y hacer que reconozca ese perdón...
Y que perdone...
Y que me perdone.
Si, vos me salvarás..., me salvaste..., me salvás... Cada día...
Mi Salvador.

Por mi...

“... Jesús gritó con fuerza: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”
Mateo 27:46

El Padre y vos eran uno.
Me cuesta imaginar lo que habrás sentido cuando él apartó la vista, cuando el pecado que recayó sobre vos te separó de esa comunión perfecta que existía desde el principio, desde la eternidad.
Los golpes, el escarnio, la crucifixión misma, el dolor de tu cuerpo, no deben haber sido comparables al dolor de la separación.
Y del dolor de esa soledad más que absoluta surgió ese grito como la expresión de tu alma en agonía.
Eso era lo que yo vivía hasta que acepté tu sacrificio, consumado para que mi propia agonía se diluyera en la tuya.
Vos sufriste el dolor para que yo no tuviera que sentirlo...
Soportaste el castigo para que yo no tuviera que sobrellevarlo...
Aceptaste ese tremendo instante de separación con el Padre para que yo pudiera acercarme y unirme a él.
Vos, que no podías morir, aceptaste encerrar tu grandeza en un cuerpo humano con el propósito de hacerlo.
Te recubriste de carne y te sujetaste al tiempo para introducirme en la eternidad al lado tuyo.
Y me otorgaste un valor incalculable pagando el precio de mi vida con tu sangre.
Moriste para que yo tuviera vida.
Moriste por mí.Por mí...

Cartas...

En ocasiones me he preguntado si estará bien que te escriba.
No lo sé...
No es que esto remplace la oración, pero es distinto. Diferente.
Es como si, a través de mis dedos, fluyera lo que hay en mi alma con mucha más facilidad que por mi boca.
Parece raro... ¿no?
Digo..., escribirte.
¡Si vos conocés lo que hay en mi corazón aún antes de que pueda hilvanar una frase!
Pero es como que a las palabras se las lleva el viento, aún cuando sé que no dejás de escucharlas y atesorarlas...
Soy yo quien las olvida. Tal vez escribir lo que hay en mi corazón me ayuda a ordenar mis ideas y guardarlas. Así puedo tener presentes tus promesas y tus respuestas a mis oraciones. Al fin de cuentas escribo para mí, vos no necesitás leer esto...
Aunque… ¿sabés? A veces me parece percibir tu presencia, como si estuvieras observando sobre mi hombro a medida que las letras se encadenan una detrás de la otra. E imagino tu sonrisa...
Son mis cartas para vos, un conjunto de palabras con un manojito de mirra que las perfuma para que las recibas como una ofrenda agradable.
Cartas para mi Amado.
Apenas un destello de lo que las palabras no pueden expresar.


Prisionera de la prisa

Horarios, calendarios y agendas.
Programas, compromisos y deberes.
Relojes, alarmas y urgencias.
¿Por qué sacrificar lo importante
en el altar de lo urgente?

Quiero…

estrenar el día en tu presencia
y permanecer allí,
quieta, callada, expectante…

Anhelo…

sumergirme en la corriente de tu Espíritu
y empezar nuevamente la jornada
llena, renovada, exultante…

Necesito…

tu fuerza para enfrentar la vida,
tu guía para transitarla,
tu paz para acompasar mis tiempos
y tu verdad para ser libre.