10 julio, 2009

La hija de Jairo

"Y vino uno de los principales de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vio, se postró a sus pies, y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva y vivirá".
Marcos 5:22-23

(¡gracias Adriana!)

He aquí un hombre que, en su angustia, viene a Jesús clamando por la vida de su hija...

¿Cuántas de nosotras estamos en angustia hoy por la vida de nuestros hijos?

Tal vez se trata de una enfermedad. Quizás nunca conocieron al Señor, o lo conocieron y se alejaron de Él. Tal vez tienen serios problemas de conducta, están atrapados por la droga, en la delincuencia...

Sea cual sea la circunstancia por la que estén atravesando, eso nos aflige y nos hace preguntarnos dónde está la salida y qué será de sus vidas. Y muchas veces, ante esas preguntas, no tenemos respuesta y sobreviene el temor. Venimos al Señor como Jairo, con sus mismas palabras...

"... mis hijos están agonizando; ven y pon las manos sobre ellos para que sean salvos y vivan".

Es entonces cuando el enemigo viene con pensamientos de ruina y desesperanza. Viene como vinieron aquellos de la casa de Jairo a decirnos: "... tus hijos ya están muertos, ¿para qué molestas más al Maestro?" (Marcos 5:35)

La respuesta que Jesús nos da es la misma que entonces le dio a Jairo...

"No temas, cree solamente".

¡Cuánto fortalecen esas palabras! ¡Qué descanso trae el saber que Él está con nosotras en la adversidad, en el sufrimiento, en la soledad!

Probablemente la lucha que enfrentamos sea tan prolongada que sentimos que ya no tenemos más fuerzas. Eso, al contrario de lo que se pueda pensar, es bueno; porque entonces, indefectiblemente, tenemos que dejar de confiar en nuestras fuerzas para confiar sólo en las de Él, que nos dice:

"No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia". Isaías 41:10

Confiar. Confiar aún cuando nos parezca que las cosas, en vez de mejorar, empeoran. Aún cuando tengamos la impresión de que pasa el tiempo y nada cambia. Confiar aún a pesar de las dudas, de la angustia y de la devastadora sensación de que Dios se ha olvidado del asunto. En esos momento, más que nunca, tenemos que quitar los ojos de las circunstancias y ponerlos en Él. Probablemente nuestros hijos tengan que atravesar por circunstancias que a nosotras nos gustaría poder evitarles; pero debemos confiar en que Dios sabe mejor que nosotras de qué manera los atraerá hacia Él.

"... mis pensamientos no son vuestros pensamientos ni vuestros caminos mis caminos, dice Jehová". Isaías 55:8

"Lo que yo hago, tu no lo comprendes ahora, pero lo entenderás después". Juan 13:7

Mientras tanto, tenemos algo por hacer: levantarnos como un poderoso ejército en oración por la vida de nuestros hijos.

En Jueces 5:6-7 se describe la situación de Israel en ese momento:

"... Quedaron abandonados los caminos, y los que andaban por las sendas se apartaron por senderos torcidos. Las aldeas quedaron abandonadas en Israel, habían decaído, hasta que yo, Débora, me levanté, me levanté como madre en Israel".

Creo que hoy el Señor nos está diciendo lo mismo que en Jueces 5:12: "¡Despierta, despierta, Débora! "

Él nos está diciendo: ¡Despierta, despierta! Tus hijos se apartaron por senderos torcidos, han decaído. Es tiempo de que te levantes como madre en medio de ellos.

Y Él va a obrar.

"Así dice Jehová...
... yo defenderé tu pleito y salvaré a tus hijos". Isaías 49:25

Él los tomará de la mano, como hizo con la hija de Jairo, y los llamará a cada uno por su nombre: "..., a ti te digo, levántate!

Y ellos, nuestros hijos, responderán a su voz, y se levantarán, y andarán en sus caminos, y le servirán, y le honrarán con sus vidas. Y junto con ellos sus hijos, y los hijos de sus hijos, y los hijos de los hijos de sus hijos..., y así de generación en generación hasta que el Señor venga.

Esperamos en tu palabra, Señor, en la palabra que nos diste. Decidimos esperar y confiar en que será así como lo has dicho. Confiaremos, aún a pesar de lo que hoy vean nuestros ojos naturales: las circunstancias por las que atraviesan sus vidas, sus actitudes, sus luchas, sus tristezas, sus dolores, sus dudas, sus vaivenes, sus pecados, sus malas elecciones, sus malas decisiones, sus errores...
Ellos ya están fuera del alcance de nuestras manos, pero no lo están de nuestras oraciones; y mucho menos de Tu mano.



4 comentarios:

  1. wuau!!!!,buen post hermana,ustedes las mujeres,siempre le ponen mucho corazon.
    Que el Señor te siga bendiciendo.

    ResponderBorrar
  2. ¡Qué hermoso post mi querida Patricia. Es una realidad tan grande. Debemos aprender a confiar en Él.
    Me encanta que pusiste el texto de Isaías 41:10. En lo personal me encanta.
    Gracias preciosa Patricia, sé que lo que escribiste lo has vivido.Sigue adelante, alentando con tus escritos.
    Besitos.

    ResponderBorrar
  3. Fer, gracias por pasar y por dejar tu comentario. Bendiciones.

    ResponderBorrar
  4. Isa querida; a mi también me encanta lo que dice Isaías 41:10 y por supuesto que puedo comprobar que es verdad a través de los años que van transcurriendo. Estoy segura que vos también has experimentado esa fidelidad inquebrantable de nuestro Señor, y sé también que sos una de esas "madrazas guerreras" que se ponen en la brecha por los suyos. Te mando un beso. Nos leemos! =)

    ResponderBorrar

Gracias por pasar por aquí. Te invito a dejar tu comentario, las semillas enriquecedoras, llegadas de otros campos, siempre son bienvenidas.