Cuando el temor y la soledad me toman por asalto
y la desesperanza gana mi corazón angustiado,
aquí estás, siempre dispuesto
a protegerme y tomarme entre tus brazos.
¿Qué haría sin ti, mi Jesús amado?
El sendero es tan oscuro y escarpado...
sin tu luz que lo alumbre, sin el sostén de tu mano
sería imposible atravesarlo.
Pero cierro mis ojos y puedo sentirte aquí, a mi lado,
dulce presencia que me inunda poco a poco
como una caricia, como el rocío,
una corriente que fluye muy despacio...
Seca mis lágrimas con el dorso de tu mano,
quiero apoyarme en tu hombro y
descansar en tu regazo,
segura y protegida por tu poderoso brazo
puede bramar la tormenta... ya estoy a salvo...
Y esa es la mejor esperanza...estamos a salvo!
ResponderBorrarUn abrazo.
Así es querida amiga, a salvo en sus brazos... Gracias por pasar siempre por aquí. Un beso!
ResponderBorrarPreciosa poesía Patricia, mejor aún que sea una realidad en nuestras vidas. Un abrazo.
ResponderBorrarGracias Eva, y sí, coincido en que lo mejor es que sea una realidad en nuestras vidas, aunque a veces seamos proclives a poner los ojos en las circunstancias y no en él ¿verdad? Pero estamos aprendiendo y él es tan paciente... Un abrazo.
ResponderBorrarMe encantó tu poesía querida Patri, no cabe duda que tienes alma de poeta.
ResponderBorrarBesitos.
Gracias Isa, me alegro que te haya gustado. Un abrazo =)
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