Y alzando ellos los ojos, a nadie vieron sino a Jesús solo.
Mateo 17:7-8
¿Eso basta, Jesús?
¿Es suficiente con tu presencia ante el temor, los problemas y las circunstancias de la vida?
Sí, sólo tu presencia basta. Necesito tu cercanía, tu toque y tu voz; cada día.
¿Qué más puedo desear? ¿Acaso no está mi vida completa con tu presencia en mí?
Lo que no tengo que hacer es quitar mis ojos de vos. No tengo que apartar la mirada porque si lo hago y me fijo en las olas alrededor me empiezo a hundir; como Pedro cuando caminó sobre las aguas.
No tengo que olvidar que cuando estoy de rodillas, plenamente consciente de tu grandeza y de tu santidad; allí es cuando te acercás y ponés tu mano sobre mí; y es como una caricia que quita todo temor, aquieta el corazón, da nueva vida al espíritu.
Y eso es suficiente.
No hace falta más.
Muchas veces ni siquiera sé qué decir. Y es que no quiero decir nada. Sólo quiero estar ahi, nada más.
Y nada menos.
Desearía quedarme allí para siempre. Pero no es posible, hay que volver, hay que bajar del monte y enfrentar lo que venga por delante.
Pero vos seguís cerca, muy cerca, pendiente de cada cosa, atento a cada detalle, ocupado en cuidarme.
Te tengo a vos y lo tengo todo.
Es suficiente.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por pasar por aquí. Te invito a dejar tu comentario, las semillas enriquecedoras, llegadas de otros campos, siempre son bienvenidas.