“Dios es quien me da fuerzas, quien hace intachable mi conducta”
Salmo 18:32
A lo largo de los años,
a través de mil y una situaciones,
la razón indica que en mis fuerzas no hubiese sobrevivido.
Tantas cosas que enfrentar...
Tantas cosas contra las que luchar...
Tantas veces me sentí sin fuerzas...
¡Tantas veces pensé en abandonar todo!
Pero siempre, al borde del desaliento, me levantaste.
Tu fuerza era la que sostenía firmes mis piernas cuando me ponía de pie.
Tu fuerza era la que me levantaba de la cama, cada día, para empezar una nueva jornada.
Tu fuerza me sustentaba en casa, en la calle, en el trabajo...
Sin ella me hubiera derrumbado.
Sin ella me derrumbaría hoy.
Aún me sostenés,
aún afirmás mis pies,
aún mantenés erguida mi espalda
y levantás mi cabeza.
Cuándo más débil soy, entonces soy fuerte,
porque tu fuerza está en mi,
arrolladora,
nada la puede detener.
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