“... tú has guardado el mejor vino hasta ahora”. Juan 2:10
Vos guardaste hasta ahora el mejor vino, el bueno, el excelente, el de mejor calidad.
Y estás esperando que sea un recipiente dispuesto y preparado para verterlo todo, en abundancia.
Tu palabra dice que ese vino nuevo y fresco en un odre viejo, reseco, rígido y quebradizo; finalmente se pierde.
¿Cuáles son mis lugares resecos? ¿Cuáles son mis zonas rígidas y quebradizas?
Renová mi corazón de tal forma que sea tierno y maleable, adaptable a tus formas, a tu fluir cambiante. Prepará el recipiente para derramar en él ese vino nuevo, fresco, embriagante.
No dejes que las estructuras que aún subsistan en mi mente sean el dique de contención que impida el fluir libre de tu Espíritu. Derribá los argumentos, los razonamientos, el temor.
Disipá las dudas con el soplo recio de tu Espíritu.
Quiero ser libre en vos, verdaderamente libre. Libre de encasillamientos, libre de mí misma y mi razonable cabeza. Quiero embriagarme con ese vino nuevo, el mejor, el que reservaste para estos días. Quiero revivir el gozo, resucitar al asombro de mi vida rescatada de la muerte, renovar la gratitud y la alabanza, la adoración y la entrega a vos, mi único y suficiente Salvador.
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