Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.
1ª Tesalonicenses 5:18
Eran como montes rodeándome y amenazando con caerme encima y aplastarme. Escasez. Temor. Incertidumbre. Amargura. Dolor. Duda. Desánimo. Desilusión.
¿De dónde..., de dónde vendrá mi socorro?
Entonces tu voz llegó cómo un silbo apacible en el silencio de la noche: da gracias...
Gracias.
Gracias
Por estar viva, por estar sana, por el aire que respiro, porque tengo qué comer, porque tengo un techo que me cubre, ropa que me abriga, una cama dónde descansar de las fatigas del día, porque tengo trabajo, porque puedo sentir.
Gracias por mis hijos, porque ellos también están sanos y fuertes, porque crecen, porque te aman como yo te amo, por las noches en familia, por las noches en soledad, por el privilegio de conocerte, por poder servirte, por tu perdón, por tu misericordia, por tu compañía, por tu consejo y tu guía.
Gracias.
Por tu sacrificio por salvarme, por tu paciencia, por tu amor, por tu cuidado y protección, por sacar mi vida del pozo, por darme esperanzas, por darme un propósito eterno por el cual vivir.
Gracias por la risa, por la alegría, por la paz en mi alma, por la fuerza, por tu Espíritu, por tu presencia al lado mío todos los días hasta el fin.
Gracias...
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