13 agosto, 2007

Alberto Mario Alvarez, "Quiche"

El 1 de julio de 2007 papá se fue. Apenas unos pocos días después de aquel domingo que compartimos se fue a casa.
Estoy triste, pero a la vez me siento en paz. Es la paz, Señor, que viene de saber que siempre tuviste todo bajo control y que ahora está con vos.
Mirando hacia atrás puedo ver tu mano en cada cosa, cómo lo sostuviste hasta ese 1 de agosto de 2006 cuando por fin se entregó a vos. A partir de entonces, estos últimos once meses, comenzó el declive, pero lo principal ya había sucedido.
El último domingo que estuvimos con él, el Día del Padre, fue su despedida; rodeado por sus hijos, sus nietos, su bisnieto y la mujer que lo acompañó a lo largo de toda su vida. Él vio sus generaciones. ¡Gracias por atender a las oraciones que por tantos años hicimos por papá! ¿Qué más puedo decir? Gracias por llevarlo a tu lado. Gracias por la convicción profunda de que papá está con vos y que allá volveremos a encontrarnos un día. Aunque esté triste, aunque cueste entrar a la casa y ver su huella en cada cosa, en cada detalle; aunque las lágrimas asomen con cada recuerdo. A pesar de todo gracias porque has sido fiel y has extendido tu misericordia sobre él.
Papá, no es un adios, lo sé, es solamente un hasta luego...

"Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá", Juan 11:25

"Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá más muerte, ni habrá más llanto ni clamor ni dolor, porque las primeras cosas ya pasaron" Apocalipsis 21:4

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