03 septiembre, 2009

La travesía del desierto


La travesía del desierto está llena de trampas, de dolorosas imágenes que conducen a los oasis perdidos, de espejismos burlones. Pero estos acompañantes, siendo tenaces, apenas tienen importancia si los comparamos con la abrumadora compañía de las preguntas. Estas son las que provocan la abismal soledad, la sed inagotable que quema la garganta: ¿cuándo empezó realmente la travesía?, ¿por qué?, ¿cuándo acabará, si es que acaba? Las trampas, las imágenes perdidas, los espejismos son accidentes en los márgenes del camino. La auténtica travesía del desierto son las preguntas.

De Rafael Argullol,
El cazador de instantes.


5 comentarios:

  1. Completamente identificada...(asusta tanta similitud)...

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  2. Brisa, yo también me sentí muy identificada cuando lo leí, sin duda son periodos muy difíciles de transitar... ¡cuántas preguntas se nos vienen a la cabeza! ¿verdad? Creo que esos desiertos son inevitables pero también creo firmemente que nuestro Señor no nos dejará morir en el desierto, El está siempre cercano asi que ¡adelante! Aunque la arena queme debajo de los pies sigamos "como viendo al invisible"!!! Va un abrazo desde el sur...

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  3. Bueno, creo que por eso yo tengo un oasis donde acudir en medio de tanto desierto

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  4. ¡Qué bueno, Eva! Tal vez de eso se trate, de que cada uno aprenda a hallar su propio oasis... "a la sombra de sus alas". Un abrazo!!

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  5. Al igual que Eva diré,que yo tengo mi manantial, je,je, y que el paisaje es precioso, pero ya el caminar y vivir ahí,¡uy! ese es otro cantar.
    Gracias a Dios que Él es la Roca de donde podemos beber.
    Besitos Patri.

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