12 abril, 2009

¡Resucitó!

¡Porque Él vive
Triunfaré mañana
Porque Él vive
Ya no hay temor,
Porque yo sé
Que el futuro es suyo,
La vida vale más y más, solo por Él!


10 abril, 2009

Pensaste en mi

Pensaste en mi cuando elegiste

de todos tus privilegios despojarte

para venir a nacer aquí, en esta tierra,

Dios hecho hombre, te encarnaste.


Pensaste en mí cuando en el huerto

aceptaste obedecer y tomar la copa,

aún en medio del dolor y la agonía

cumpliste la voluntad del Padre y no otra.


Pensaste en mí cuando, amarrado,

recibías los golpes y las burlas.

Los azotes y el escarnio cubrían tus espaldas

por culpas que no eran tuyas.


Pensaste en mí cuando, en la cruz,

clavaron tu cuerpo lacerado

soportando sobre tus hombros cansados

el peso de todos y cada uno de mis pecados.


Pensaste en mí cuando clamaste desamparado,

y ofrendando tu sangre, derramando tu vida,

entregaste tu ser en sacrificio

perfectamente consumado.


Pensaste en mi cuando aún faltaban siglos

para que yo aceptara tomarme de tu mano,

y ahora veo que fue tu amor por mí y no los clavos

lo que te sostuvo hasta el fin, crucificado.





07 abril, 2009

Al pie de la cruz

Es tiempo de Pascua.

Un drama de repercusiones eternas se está desarrollando en una colina, cerca de Jerusalén.

No es un accidente, y es mucho más que una injusticia.


En el lugar se ha reunido una gran multitud, como si hubiesen sido convocados a ver un espectáculo...

Algunos gritan, otros insultan descargando su ira, su odio y su profunda frustración.

Un poco más lejos otro grupo guarda silencio. Los más cercanos, los que lo aman, aquellos que le sirvieron y creyeron en él están allí, acompañándolo hasta el fin.

Y está también María, su madre. Tiene el alma traspasada por un dolor imposible de imaginar.

Algunos lloran, miran asombrados lo que parece ser el fin de sus esperanzas. No entienden. Mil preguntas sin respuestas surgen en ese momento, y la más difícil de responder: ¿por qué?

Pero no María. Aún en medio del sufrimiento emocional que debe soportar, ella no pregunta “por qué”. Nunca lo hizo.

No preguntó “por qué” cuando el ángel vino para anunciarle que había sido escogida para llevar en su seno al Hijo de Dios.

Tampoco lo hizo cuando los pastores adoraron en el pesebre, ni frente a la persecución de Herodes, ni aún cuando en el templo profetizaron su propio sufrimiento...

No preguntó “por qué”· entonces y frente a esta situación tampoco. Tal vez porque en una mujer de fe esa pregunta no tiene lugar. Quizás porque sabe que las respuestas a nuestros “por qué” sólo sirven para establecer una relación de causa y efecto. En cambio, las respuestas a nuestros “para qué” apuntan mucho más allá: marcan un propósito.

Y María sabe que existe uno. Siempre lo supo. Comenzó a vislumbrarlo desde aquel día en que, con humildad, aceptó que la voluntad de Dios fuera establecida en su vida. Aún cuando estaba en peligro su propia reputación. Obediente, a pesar de no lograr entenderlo todo desde el principio.

Pero el cuadro se fue armando poco a poco, a través de los años y las circunstancias que tuvo que enfrentar, con todas aquellas cosas que fue guardando en su corazón...

Y ahora está aquí, de pie ante la cruz que sostiene a su hijo. Ahora entiende. Las últimas piezas del rompecabezas están cayendo en el lugar preciso. El cuadro está a punto de ser completado. El sabio plan de Dios está llegando a su consumación, la redención de la humanidad es un hecho, el precio de nuestra paz y libertad está siendo pagado...

Y en pocos días más, junto con los primeros rayos de sol del domingo, María sabrá, lo sabrán los discípulos y luego también el mundo entero, que la muerte fue vencida en aquella cruz por Aquel que vive y reina para siempre.


Imagen: La piedad de Miguel Angel.

04 abril, 2009

Cristo... ¿sólo palabras?


http://www.flickr.com/photos/jaaziel/3408713215/

En este enlace se puede apreciar qué bien quedó el video editado por Jaaziel en base a mi último post: "Cristo". Gracias Jaaziel por el trabajo de editarlo y también por distribuirlo. Gracias también a Jony por aportar la música... ¡preciosa por cierto! Y gracias a mi Señor por permitirme ser un instrumento en sus poderosas manos. Que sean todos muy bendecidos en esta semana previa a la Pascua.