Pasaban los días y el infierno continuaba, el viento norte era contrario, el calor (un día superamos los 35º) y la sequía (también una de las más prolongadas que se recuerdan).
El jueves 4 de setiembre, como de costumbre, nos reunimos en casa y entre los motivos de oración para esa tarde, alguien mencionó los incendios y la necesidad de lluvia que contribuyera a apagarlos.
Eso hicimos, oramos pidiéndote lluvia, pero no cualquier lluvia. Dicen los que saben que cuando todo se quema de esa manera una lluvia torrencial es más perjudicial que beneficiosa. Es por eso que pedíamos por una lluvia mansa, suave pero persistente, que apagara el fuego pero que no trajera otro tipo de inconvenientes. Asi que, Señor, eso pedimos, lluvia mansa..., amén y cada una a casa.
Al día siguiente me levanté temprano y encendí el televisor para ver el noticiero de la mañana antes de salir a trabajar. En ese momento estaban dando la noticia. El corazón me empezó a latir aceleradamente... "Está nevando en las sierras, se apagan los últimos focos de incendio". No es fácil describir lo que sentí. Asombro (vaya, siempre orando con tan poca fe en tus respuestas) y alegría. Me dio mucha ternura ver a esos bomberos, que hasta unas pocas horas antes luchaban denodadamente contra esas lenguas inmensas de fuego, jugando como chicos en la nieve.
Eso hicimos, oramos pidiéndote lluvia, pero no cualquier lluvia. Dicen los que saben que cuando todo se quema de esa manera una lluvia torrencial es más perjudicial que beneficiosa. Es por eso que pedíamos por una lluvia mansa, suave pero persistente, que apagara el fuego pero que no trajera otro tipo de inconvenientes. Asi que, Señor, eso pedimos, lluvia mansa..., amén y cada una a casa.
Al día siguiente me levanté temprano y encendí el televisor para ver el noticiero de la mañana antes de salir a trabajar. En ese momento estaban dando la noticia. El corazón me empezó a latir aceleradamente... "Está nevando en las sierras, se apagan los últimos focos de incendio". No es fácil describir lo que sentí. Asombro (vaya, siempre orando con tan poca fe en tus respuestas) y alegría. Me dio mucha ternura ver a esos bomberos, que hasta unas pocas horas antes luchaban denodadamente contra esas lenguas inmensas de fuego, jugando como chicos en la nieve.
hola che como estas espero que bien yo aca recorriendo este exelente blog y deseandote la mejor de las suertes que sigas con el mismo trabajo y esfuerzo era eso nada mas ha y te espero en el mio chau suerte
ResponderBorrarPorque cuando nadie lo espera, porque cuando nadie lo busca, porque cuando nadie lo llama, porque cuando nadie lo cree, porque cuando nadie lo siente, porque cuando nadie lo observa...ÉL, y bien saben quiés es ÉL,esta ahí para guiarnos. Gracias, alma anónima por notarlo y transmitirlo. Más que gratificante tu blog.
ResponderBorrarGracias por tu visita y me alegro que te haya sido gratificante. Que el Señor te bendiga.
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